martes, 4 de junio de 2019

 

4 de junio de 1830 a 189 años del asesinato del ” Abel de Colombia “Antonio José de Sucre y Alcalá

 

 

 Considerado como uno de los militares más completos entre los próceres de la independencia sudamericana, Antonio José de Sucre, fue un político, diplomático, estadista y militar venezolano, prócer de la independencia americana, así como presidente de Bolivia, Gobernador del Perú, General en Jefe del Ejército de la Gran Colombia, Comandante del Ejército del Sur, Gran Mariscal de Ayacucho, y mano derecha del Libertador Simón Bolívar.

tuvo roces con los nuevos gobernantes de Perú. Un motín en Chuquisaca en abril de 1828 ya mostrará el destino inmediato que les tocará a los libertadores. Sucre renuncia a la primera magistratura . Al año siguiente marchó con tropas desde Colombia para vencer a los peruanos.
Es nombrado representante de Cumaná ante el Congreso Admirable en 1929, año en que nace su hija Teresa. En camino a Bogotá se entera de los planes separatistas de José Antonio Páez.
Llega a Venezuela a conversar con Páez, sin embargo es amenazado y no transita más allá de La Grita, en Táchira, por lo que regresa a Cúcuta y luego a Bogotá para ir a ver a su familia. Ese será su último viaje.
“Asesinado el Abel de América”
En junio de 1830 se dirige de Bogotá hacia Quito. El día 4, viernes, le tienden una emboscada en el callejón de la Jacoba, ubicado en las montañas de Berruecos, en Pasto. Cuatro asesinos siguen las órdenes del comandante general José María Obando, máxima autoridad del lugar, conjurado con el general Juan José Flores.
Su asesinato fue planificado y ejecutado en las Montañas de Berruecos- Arboleda, cerca de Nariño, el 4 de junio de 1830 con alevosía, ensañamiento, ventaja y premeditación, allí permaneció su cadáver por más de 24 horas hasta que los pobladores de las localidades cercanas le dieran cristiana sepultura.
Poco después de las 8:00 de la mañana se escucha el grito: “¡General Sucre!”. Luego los disparos. “¡Ay, balazo!”, espetó. Tenía 35 años.
El Libertador, Simón Bolívar, que rara vez se equivocaba en sus sentencias, exclamó: “…Yo pienso que la mira de este crimen ha sido privar a la patria de un sucesor mío…” Bolívar que estaba enfermo en la costa del Atlántico, al conocer el luctuoso suceso, exclamó: “¡Santo Dios! ¡Se ha derramado la sangre de Abel!… La bala cruel que le hirió el corazón, mató a Colombia y me quitó la vida”.


 

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