FIESTRAS PATRONALES 15 DE MAYO DÍA DE SAN ISIDRO.
Isidro nació en Madrid, supuestamente el 4 de abril de 1082. Contrajo matrimonio con María de la Cabeza, natural de Uceda (Guadalajara). Los asedios almorávides
al poblado de Madrid les obligaron a huir al hoy despoblado de
Caraquiz, anejo a Uceda, en el que María cuidaba de la ermita de Nuestra
Señora de la Piedad mientras Isidro labraba las tierras. En 1119
regresaron a Madrid para vivir en una casa cercana a la Iglesia de San Andrés. El 30 de noviembre de 1172 muere Isidro en su casa; su mujer regresó a Caraquiz donde pasó sus últimos días. «En San Isidro» de Huertas (1906)
El cuerpo del Santo se exhumó en abril de 1212 por primera vez y fue introducido en un sepulcro de la Iglesia de San Andrés (Madrid)
y permaneció allí hasta 1266. La devoción del Santo fue creciendo y su
cuerpo a veces era sacado de procesión con el objeto de invocar lluvias.
En 1520 Juan de Vargas solicita permiso papal para construir en la Plaza de la Paja
una pequeña capilla dedicada al santo, y poder colocar allí sus restos.
Juan de Vargas construye en 1528 una ermita dedicada a San Isidro, este
edificio se encuentra a las afueras de la ciudad, este edificio dio
origen a la visita que anualmente hacían los madrileños. El 14 de julio
de 1619 se beatifica a Isidro y se fija la fiesta para el 15 de mayo. El
cuerpo del santo se introdujo en 1692 en una caja de madera regalada
por Mariana de Neoburgo, la esposa de Carlos II. La canonización hizo que se buscara un nuevo emplazamiento para sus restos y en 1669 se traslada a la capilla de San Isidro. La devoción del Santo que tuvo Carlos III hizo que los restos fueran trasladados (por quinta vez) al Colegio Imperial
y ya justo antes de su muerte solicitó que los restos de Isidro y su
mujer fueran trasladados a la cámara real. Veinte años después esta
ermita recibe la ocupación de los franceses en la que desaparecen
numerosos objetos donados por los reyes. Tras este periodo los
madrileños recorrían la cuesta de la Vega y la calle de Segovia, para acabar en la ermita besando los restos del santo y bebiendo del caño de la fuente, mientras se recitaba
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